Este tipo de pensamientos y sentimientos son cada vez más comunes en nuestra sociedad actual. La falta o pérdida de deseo, persistente y recurrente, es un problema sexual que afecta a muchas personas, no sólo mujeres, también hombres, que además por el hecho de ser varones se ven sometidos a una mayor presión social y psicológica por cumplir con el mito erróneo de que “el hombre siempre está dispuesto”.
Existe una gran controversia en cuanto a qué es el deseo sexual exactamente. En su definición podrían incluirse elementos como la motivación o el interés hacia el sexo, el impulso o el apetito sexual, las fantasías o pensamientos sexuales, o incluso la receptividad de una persona hacia una actividad sexual. También hay teorías que sostienen que el deseo surge previamente a las relaciones sexuales, en cambio otros plantean que puede aparecer de un modo reactivo durante las mismas. Pero no hay que confundirlo con la excitación, que implica manifestaciones físicas como la lubricación o la erección.
Las causas de la pérdida de deseo son muy variadas. Antes de nada se deben descartar causas orgánicas (debido a alguna enfermedad, ciertos fármacos, alteraciones hormonales), pero no se pueden dejar de lado los factores psicológicos o de otra índole asociados (ansiedad, depresión, estrés, ideas equivocadas sobre la sexualidad, actitudes negativas, rutina y monotonía en las relaciones sexuales, problemas de pareja, falta de comunicación, frecuentes discusiones…), ya que generalmente actúan conjuntamente varios factores. El ritmo de vida actual de muchas parejas también está relacionado con este problema, puesto que nunca suelen encontrar tiempo para la intimidad y se llevan siempre las preocupaciones a la cama.
Existe una gran controversia en cuanto a qué es el deseo sexual exactamente. En su definición podrían incluirse elementos como la motivación o el interés hacia el sexo, el impulso o el apetito sexual, las fantasías o pensamientos sexuales, o incluso la receptividad de una persona hacia una actividad sexual. También hay teorías que sostienen que el deseo surge previamente a las relaciones sexuales, en cambio otros plantean que puede aparecer de un modo reactivo durante las mismas. Pero no hay que confundirlo con la excitación, que implica manifestaciones físicas como la lubricación o la erección.
Las causas de la pérdida de deseo son muy variadas. Antes de nada se deben descartar causas orgánicas (debido a alguna enfermedad, ciertos fármacos, alteraciones hormonales), pero no se pueden dejar de lado los factores psicológicos o de otra índole asociados (ansiedad, depresión, estrés, ideas equivocadas sobre la sexualidad, actitudes negativas, rutina y monotonía en las relaciones sexuales, problemas de pareja, falta de comunicación, frecuentes discusiones…), ya que generalmente actúan conjuntamente varios factores. El ritmo de vida actual de muchas parejas también está relacionado con este problema, puesto que nunca suelen encontrar tiempo para la intimidad y se llevan siempre las preocupaciones a la cama.
Podría decirse que en la mayoría de los hombres el deseo sexual suele ser algo más físico, debido a la testosterona. Las mujeres cuentan con esta hormona también en su organismo, pero en menor cantidad, y quizá su deseo surja de un modo más subjetivo. Algunas personas que se quejan de su bajo deseo, pretenden que éste aparezca de la nada, sin más, y no son conscientes de que para despertar el deseo hay que trabajar con los sentidos (el tacto, la vista, el oído, el olfato y el gusto), y por supuesto, las fantasías. El deseo hay que buscarlo y seguirlo…
Generalmente el problema de bajo deseo surge únicamente en parejas, porque uno de los dos miembros tiene mucho menos deseo que el otro (las pequeñas discrepancias son lógicas y no deben plantear problemas siempre que la pareja sepa resolverlas), y este desfase en la frecuencia ideal para mantener relaciones sexuales, de cada uno, se acrecienta cada vez más, dando lugar a un círculo vicioso en el que uno de los dos apenas tiene ganas de sexo pero se siente continuamente presionado por el otro, con lo que cada vez tiene menos ganas. De este modo, ambos miembros de la pareja sienten una gran frustración, no sólo el que no siente deseo que cada vez se aleja más y evita constantemente las relaciones sexuales, sino también su pareja que habitualmente piensa de manera errónea que ya no le provoca suficiente atracción o que ha dejado de gustarle.
Es muy común asociar la pérdida de deseo con la menopausia, sin embargo no necesariamente ocurre así, en algunos casos esto supone un alivio para la mujer que ya no tiene que preocuparse por quedarse embarazada, y eso influye en el deseo de modo positivo. Por otro lado, la disminución de los niveles de testosterona y estrógenos que conlleva la menopausia sí que puede influir negativamente en el deseo sexual.
Cuando hablamos de menopausia quirúrgica (activación brusca de la menopausia provocada por la extirpación del útero y de los ovarios), el factor hormonal (además de otros de tipo psicológico) puede ser aún más determinante, ya que la disminución de estrógenos y testosterona es aún más drástica. En la actualidad existe un tratamiento hormonal sustitutivo que, junto con terapia sexual, ofrece buenos resultados.
Hay que tener en cuenta que en algunos casos la pérdida de apetencia sexual es secundaria a otro problema sexual, como la anorgasmia, el vaginismo o la dificultad eréctil. En estos casos la ansiedad tan grande que pueden llegar a producir las relaciones sexuales, provoca que la persona inhiba su deseo. Habrá que empezar por abordar el problema principal para que se recupere el deseo sexual.
Respecto a la evaluación correcta de este problema, es el profesional (Sexólogo/a) quien deberá llevarla a cabo, con ayuda de otros especialistas, y buscar las posibles causas, de las que dependerá el tratamiento, pero es fundamental buscar ayuda cuanto antes. Generalmente es necesaria una terapia sexual, que requiere la colaboración de los dos miembros de la pareja.
Por último, no hay que olvidarse de que “es mucho mejor prevenir que curar”, por lo que si se quiere evitar este tipo de problema se debe empezar por una actitud positiva y abierta sobre la sexualidad; cuidar la salud en general; esforzarse por mantener una vida sexual activa y placentera; un buen conocimiento del cuerpo y las sensaciones; dedicar tiempo a la intimidad y comunicación con la pareja, además de momentos de ocio; saber dar y recibir muestras de cariño y afecto, sin tener que ir más allá; buscar nuevos estímulos en libros eróticos, películas, juguetes sexuales, aceites para dar masajes, y todo tipo de elementos que puedan enriquecer la vida sexual de la pareja.
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